Dormir es esencial

Como madre, uno de mis momentos más satisfactorios del día es cuando veo a mi hijo profundamente dormido, ya sea para una siesta a mitad del día o durante la noche. Y no lo digo en el sentido de “guau, por fin tengo un descanso” o porque pienso “por fin se durmio”. Aunque un descanso siempre es útil y apreciado. Sino más bien porque me produce gran alegría y satisfacción saber que mi hijo disfruta de un sueño óptimo, lo que le otorgará un descanso reparador al despertar. Me deleito en crear un ambiente de sueño tranquilo, seguro y relajante que él pueda esperar mientras se acuesta a descansar, ¡aunque suele pelear conmigo por no estar cansado todo el tiempo!

Una higiene del sueño saludable comienza desde la infancia y sigue siendo igualmente relevante e importante a lo largo de la vida. En pocas palabras, dormir no es una opción, es una necesidad de la que todos nos beneficiamos enormemente. Higiene del sueño es un término utilizado para describir buenos y saludables hábitos de sueño. La Fundación Nacional del Sueño recomienda que los adultos de 26 a 64 años duerman entre 7 y 9 horas por noche. Pero seamos honestos: ¿cuántos estadounidenses pueden decir que han alcanzado este objetivo?

El sueño es la forma que tiene el cuerpo de restaurarse, repararse y reintegrarse.

El sueño es la forma que tiene el cuerpo de restaurarse, repararse y reintegrarse. No darle a nuestro cuerpo el sueño suficiente eventualmente tendrá un impacto negativo en el resto de nuestra fisiología. Cuando dormimos se restablece nuestra capacidad de concentración y atención, nuestros músculos se reparan + recuperan, nuestro metabolismo se regula y nuestros recuerdos se consolidan y almacenan. Fisiológicamente hablando, la falta de sueño inhibe nuestro sistema inmunológico y aumenta el riesgo de enfermedad. Pero además, dormir nos ayuda a mantener una mejor salud mental. Cuando no dormimos, nuestras emociones se experimentan mucho más intensas, lo que puede provocar que uno tenga mayor irritabilidad, ira y/o ansiedad. Esto puede hacer que te sientas desapasionado y desesperado en general.

Recuerdo un momento de mi viaje posparto en el que dormir era literalmente un concepto extraño para mí. Incluso cuando tenia la oportunidad de acostarme y descansar por la noche, mi mente daba vueltas y vagaba con pensamientos interminables sobre la interminable lista de cosas por hacer que me esperaba al día siguiente. La preocupación y el miedo me abrazaban con fuerza por la noche y mis sentimientos de angustia solo se hacían más y más fuertes por dentro.

"Es inútil que te esfuerces tanto, desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque Dios da descanso a sus amados"       Salmos 127: 2

Recuerdo haber leído esta escritura una y otra vez, y lloraba en medio de la noche preguntándome “por qué” no podía quedarme dormida. El estrés crónico se había convertido en la base desde la que operaba, pero el estrés y el sueño no van bien juntos. Mi perspectiva del sueño y mis sentimientos de desesperación comenzaron a cambiar cuando entendí que Dios nos da el sueño como un regalo, una herramienta literal, y que el verdadero descanso solo lo dan sus manos. Entonces comencé a buscar formas de incorporar el descanso, la quietud y la relajación a mi vida diaria con la esperanza de devolver mi cuerpo y mi mente a un estado de calma y homeostasis.

"Yo me acosté y dormí,
Y desperté, porque Jehová me sustentaba." Salmos 3:5

¡Establecer hábitos de sueño saludables es posible! Puedes asociarte con Dios, Aquel que no se adormecerá ni dormirá, y buscar el verdadero descanso. No dude en invitar también a miembros de su familia para que se unan y le ayuden a crear una rutina de sueño que mejor satisfaga sus necesidades y las de su familia. Por último, no desacredite el invaluable beneficio de tener un terapeuta de salud mental en su equipo para ayudarlo a procesar factores que estan limitando su sueño. ¡Deseandote sueño que te hará sentir pleno/a nuevamente!

“En paz me acostaré, y asimismo dormiré;

Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” Salmos 4:8

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